Profesión Simple del Hno. Mateo Morales – octubre 2021

El lunes, 18 de octubre del   año 2021, en la fiesta de San Lucas Evangelista; en el Templo del Monasterio Benedictino de “Santa María de la Santísima Trinidad” de Lurín-Lima, se llevó a cabo la celebración de la primera profesión religiosa del Hno. Mateo Morales Ramírez. Esta importante ceremonia fue presidida por el Rev. P. Prior Álex Echeandía Loro como delegado del Abad de la abadía de Belmont, Inglaterra  Rev. P. Pablo Stoham.

Estuvo presente toda la comunidad del Monasterio, así como los familiares y amigos del Hno. Mateo. Que el Señor le siga acompañando para que persevere con fidelidad y alegría en su nueva etapa como Junior.

Homilía en la Profesión Simple del Hno. Mateo

Querido Hno. Mateo:                                                                                                    Lurín, 18 de octubre del 2021

Hoy es un día grande para ti, para la comunidad y para toda tu familia reunida aquí en esta iglesia. Éste es un momento crucial en tu vida al concretar el sí que pronunciaste como respuesta a la llamada de Dios y que se testifica con la profesión monástica. Una llamada que se refleja en el capítulo 58 de la regla. Nos dice San Benito: Y tengan cuidado en observar si de veras busca a Dios, si es solícito para la obra de Dios, la obediencia, las humillaciones. Has buscado a Dios y más aún, Él te buscó primero. Ciertamente has experimentado la compañía de Dios en la persona de tu formador y de la comunidad que te ha significado el auxilio divino a lo largo del camino. Así tu vida se va haciendo sacramental por los signos visibles que Dios te va mostrando.

La profesión monástica que corona la etapa del noviciado está en la línea del bautismo, porque en el bautismo renunciaste, en la persona de tus padres y padrinos, a las insidias del enemigo,  las renuncias al mal y a sus obras, es decir, al pecado. Este espíritu de renuncia, una vez más, vuelve a aparecer en tu vida hasta abrazar la cruz que el Señor Jesús te invita a llevar de buen grado sobre tus hombros; esta dulce cruz que estamos llamados a llevar, para que, unido a él, puedas dar a luz al hombre nuevo en ti. ¿Qué mayor cruz que la renuncia a nuestros propios apetitos cuando nos apartan del camino que lleva a la vida?

Por eso, en este día te invito a caminar por el sendero de la renuncia, de manera que lo que te pueda bloquear y atar al pecado y sus seducciones, no frustren en ti ese deseo de consagrarte a Dios de cuerpo y alma. Con los votos  monásticos  de estabilidad, conversatio morum y obediencia que pronuncias esta mañana para vivirlos en estos tres años en adelante, estás confirmando tu camino de renuncia que progresivamente irás logrando con la gracia de Dios. Así también te invito a no mirar la falta de renuncias que encuentres a tu alrededor, en el mundo presente, sino, en cambio, observa las las virtudes y dones que Dios ha puesto en cada uno de los hermanos y en ti mismo. En otras palabras, míralo a Él, dador de todo don. Aprende a tolerar y a amar a los hermanos, así la comunidad también aprenderá a crecer en la virtud. Renuncia a ti mismo y vacíate de lo que no te deja avanzar para que seas un vaso nuevo y vacío para que reciba de Dios todo lo necesario.

Aprende a renunciar como lo hizo el Señor Jesús. La renuncia es el inicio de un progreso en el camino de la humildad y la obediencia, tal como Jesús vivió y se vació de sí mismo para llenarse de la voluntad del Padre. Esta renuncia, no solo es al pecado, sino va más allá. Se nos pide renunciar a todo aquello que sea un obstáculo en nuestro camino hacia la meta a la que se nos llama, la experiencia del Dios vivo. Experiencia vital, contemplativa, que nos adentra en la Trinidad de Amor, permitiéndonos intuir la realidad de Dios Trino, donde todo lo demás va teniendo un valor mucho más secundario, donde lo contingente va dando lugar a lo esencial, donde se nos permite conocer la realidad de manera diferente.

El monje Rufino nos recuerda que no basta con la renuncia exterior que profesamos: “Hay, sin embargo, quienes parecen haber renunciado al mundo, pero descuidan la limpieza de corazón, no arrancan de su alma faltas y pasiones y no se esfuerzan razonablemente por adquirir la virtud. Sólo sueñan con visitar a alguno de los santos padres de monjes, con escuchar algunas de sus palabras, para repetirlas después con pedantería…; desean llegar al sacerdocio…, mientras que nuestro deber principal es arrojar lejos de nosotros las faltas y adquirir las virtudes del alma… La obra maravillosa del monje es elevar a Dios la pura oración…”. El monje Rufino, fiel seguidor de Orígenes e influenciado por Evagrio, nos sitúa la renuncia del monje en el propio interior, en el corazón o, como decía el mismo Evagrio: el monje que va al desierto se libera de las tentaciones de los ojos, el oído o la lengua, quedando sólo la lucha con los pensamientos.

El espíritu de renuncia pasa por vigilar los propios pensamientos. No podemos olvidar que de los pensamientos brotan los sentimientos y de éstos nuestros comportamientos. Necesitamos trabajar por desechar los pensamientos que nos dañan y acoger los que resultan benéficos. De este modo se suscitarán en nosotros sentimientos positivos y no negativos, lo que nos llevará más fácilmente a comportamientos evangélicos. Cuando la renuncia comienza en el origen del mal, evitamos la fatiga de estar luchando con sus múltiples expresiones que nos esclavizan.

Poe eso, Hermano Mateo, al iniciar este juniorado tuyo, te invito a preguntarte y a encontrar en lo íntimo de tu celda a qué estas renunciando y hacia donde te diriges. Bien sabemos el dicho: “Entra a tu celda y tu celda te lo enseñará todo.” El itinerario se dirige hacia tu interior y verás cuantas maravillas hará Dios en tu vida. Déjate amar desde la mirada de Dios en la soledad de tu celda y en la compañía de los hermanos de comunidad. Aprende a vaciarte de ti mismo para llenarte de Dios a quien profesas estos votos monásticos de obediencia, estabilidad y conversión de vida en el seno de la Iglesia. Mons. Carlos en su saludo para ti te dice: “Al acercarte al altar para hacer tu ofrenda, Hermano Mateo, te invito a llenar tu corazón de Cristo y que María y José te protejan.”

Pedimos la intercesión de todos los santos. Pedimos la intercesión de san Mateo, que en su fiesta un 21 de septiembre naciste tú y de quien te encomendaste al entrar a tu noviciado llevando este nombre. Pedimos la intercesión de san Lucas Evangelista fiesta que la Iglesia hoy celebra, resaltando en sus escritos la figura de nuestra Madre la Virgen María y su rol en el plan de Salvación. Que María abogue por ti y tu fiat, por tu sí, que pronuncias hoy en este día de fiesta.  Que en el año de san José, aprendas a seguir por la fe lo que no comprendas por la razón y acompañes al Señor Jesús en sus misterios. Como dice san Benito en el Prólogo de la Regla: “Pídele (a Dios) con una oración muy constante que lleve a término toda obra buena que inicies.”