Tercera Perseverancia de Hno. Miguel

TERCERA PERSEVERANCIA DE HNO. MIGUEL

Lurín, 11 de noviembre del 2023
(San Martín de Tours, obispo)

Querido Hno. Miguel:

Hoy pides, en esta tu familia monástica, el don de perseverar y, por medio de la comunidad, esto se lo pides a Dios. Ésta será tu tercera perseverancia luego de cumplir un año y medio desde que ingresaste a tu noviciado. Los próximos seis meses serán claves para pensar en los votos monásticos de obediencia, conversatio morum y estabilidad. Por esto, este último semestre será muy significativo para ti pues al traer a tu mente cada etapa que has vivido reconocerás los retos y las oportunidades que Dios te permite como momentos de gracia para crecer
en la virtud.
Te presentas a Dios y a la comunidad pidiéndoles permanecer, persistir, perdurar hasta el final. Si bien la perseverancia es un don de Dios, necesitas disponerte a que Dios obre en ti a su manera, cómo y de la forma que Él quiera. No todos los procesos son iguales. Dios sabe cómo modelarnos y por eso a veces la poda de nuestra ramas humanas son dolorosas. La planta que nunca se poda, muchas veces se arrastra o crece deforme. Si la planta no podada hablara, quizá nos diría que no ha sufrido daño alguno ya que la mano podadora nunca se le atravesó en su camino. Lo malo de esto es que sería una planta silvestre que no tiene orden, forma ni guía.
Dios permite atravesar situaciones y encontrar personas en nuestro camino que pueden cumplir la función de esa mano podadora de Dios.

No solo el noviciado, sino cada etapa formativa, yo diría, hasta el día de nuestra muerte, Dios nos sigue modelando a su Imagen. En todo este proceso de volver al camino, de ser y vivir a imagen suya, damos gloria a Dios pues somos de Dios y vivimos para Dios, y en el día de nuestra muerte, moriremos para volver a Dios. Con razón, san Benito dice la frase “Que en todo sea Dios glorificado”. En lo que hagamos y en lo que dejemos de hacer. En las crisis y en las adversidades. Dios debe ser siempre glorificado, aún cuando el mismo Señor nos esté podando drásticamente. El monje tiene claro que cada cosa que hace y el modo de vida dentro de un monasterio es saberse glorificar a Dios. Para glorificar a Dios en todo, debemos ejercer la fe. La carta a los Hebreos 11,6 nos dice: “Pero sin la fe es imposible agradarle, pues nadie se acerca a Dios si antes no cree que existe y que recompensa a los que lo buscan.” “La fe es garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven”

(Hb 11,1). La fe nos impulsa a glorificar a Dios desde los pensamientos,
las palabras y las obras.

Jesús siempre glorificó a su Padre en el cielo. Nunca hubo un momento en que no lo glorificó. Los pensamientos, palabras y acciones de Jesús estaban totalmente dedicados a la gloria de Dios. Es más, cuando el Señor enfrentó las tentaciones de Satanás ( Mt 4,1-11), Jesús mismo citó las Escrituras tres veces. Jesús fue un hombre de la Palabra, totalmente comprometido con la voluntad de Dios. Del mismo modo, el encuentro con las Escrituras: desde el Oficio Divino, la Eucaristía, la Lectio divina, la meditación silenciosa, la meditación de los salmos será fundamental para seguir el camino de Jesús desde ahora y hasta el final. Las Escrituras serán tu arma de lucha en este combate espiritual camino a tu consagración religiosa en la pronunciación de tus votos.
Pronunciar los votos es algo muy serio porque no se los harás a alguien meramente terreno, se los harás a Dios. Eso ya es trascendental. Desde esa realidad miramos el mundo terreno y crea conflicto. Lo qué pasa es que crecimos en una sociedad de cambios y crisis. El mundo de hoy se encuentra convulsionado: guerras de orden cívico y religioso, intereses políticos, libertinaje de todo tipo, malformación de los términos y significado erróneo de la verdad, que pareciera ser subjetiva: “Lo que digo es mi verdad, contra tu verdad.” ¿Qué es la verdad, entonces? Esa pregunta se la hizo Poncio Pilato al Señor en aquel Jueves Santo. Cuando no se dice la verdad y no se busca la verdad caemos en superficialidades.
Ante una sociedad convulsionada de falsas verdades, te encuentras aquí pidiendo perseverancia.
Tu pedido a perseverar resuena fuertemente en una sociedad cambiante, fluctuante y de mucho caos. Hoy el Señor te llama a ver las cosas como son y decir las cosas con su real significado. ¿Quieres servir al Señor toda la vida en este monasterio? ¿Deseas ser moldeado por el mismo Señor?
Entiendes bien las implicancias de tu sí al Señor en este mundo cueste lo que cueste? Por otra parte, ¿reconoces la gran recompensa en el cielo por cada pequeño o gran sacrificio que hagas en este mundo?
A esto te digo a ti, hermano Miguel: trabaja y trabaja mucho para dejarte moldear por Dios. Disfruta el ser llamado a una vida consagrada. Nunca pierdas la sonrisa de ser elegido por Dios a pesar que te enfrentes con situaciones negativas y adversas. Sonríe siempre al Señor pues ya es bastante lo que Dios ha hecho por ti. El Señor te ha llamado y te ha llamado a servirlo en este recinto del monasterio. Tu respuesta hoy manifiesta un peldaño adelante en esta llamada que Dios te hace. Si reconoces críticas destructivas, claro está, sacude el polvo de tus pies.
En cambio, detente a pensar cuando las críticas son para acercarte más a Dios en este deseo tuyo de continuar. Todos nosotros estamos contentos de este momento tuyo y repetimos contigo en nuestro corazón la palabra “perseverancia” pues el que persevera hasta el final se salvará.

P. Alex Echeandía, OSB