Capítulo 21
LOS DECANOS DEL MONASTERIO
1 Si la comunidad es numerosa, elíjanse hermanos que tengan buena fama y una vida santa, y sean nombrados decanos, 2 para que velen en todo con solicitud sobre sus decanías, según los mandamientos de Dios y los preceptos de su abad.
3 Elíjanse decanos a aquellos con quienes el abad pueda compartir confiadamente su cargo. 4 Y no se elijan por orden, sino según el mérito de su vida y la sabiduría de su doctrina.
5 Si alguno de los decanos, hinchado por el espíritu de soberbia, se hace reprensible, corríjaselo una primera, una segunda y una tercera vez, y si no quiere enmendarse, destitúyaselo 6 y póngase en su lugar a otro que sea digno. 7Lo mismo establecemos respecto del prior.
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Notas
1. Cf. Dt 1,13-15; Hch 6,1-3
3. Ex 18,21-22
Capítulo 22
COMO HAN DE DORMIR LOS MONJES
1 Duerma cada cual en su cama. 2 Reciban de su abad la ropa de cama adecuada a su género de vida. 3 Si es posible, duerman todos en un mismo local, pero si el número no lo permite, duerman de a diez o de a veinte, con ancianos que velen sobre ellos. 4 En este dormitorio arda constantemente una lámpara hasta el amanecer.
5 Duerman vestidos, y ceñidos con cintos o cuerdas. Cuando duerman, no tengan a su lado los cuchillos, no sea que se hieran durante el sueño. 6 Estén así los monjes siempre preparados, y cuando se dé la señal, levántense sin tardanza y apresúrense a anticiparse unos a otros para la Obra de Dios, aunque con toda gravedad y modestia. 7 Los hermanos más jóvenes no tengan las camas contiguas, sino intercaladas con las de los ancianos. 8 Cuando se levanten para la Obra de Dios, anímense discretamente unos a otros, para que los soñolientos no puedan excusarse.
Capítulo 23
LA EXCOMUNIÓN POR LAS FALTAS
1 Si algún hermano es terco, desobediente, soberbio o murmurador, o contradice despreciativamente la Santa Regla en algún punto, o los preceptos de sus mayores, 2 sea amonestado secretamente por sus ancianos una y otra vez, según el precepto de nuestro Señor. 3 Si no se enmienda, repréndaselo públicamente delante de todos. 4 Si ni así se corrige, sea excomulgado, con tal que sea capaz de comprender la importancia de esta pena. 5 Si no es capaz, reciba un castigo corporal.
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Notas
2. Cf. Mt 18,15
Capítulo 24
CUAL DEBE SER EL ALCANCE DE LA EXCOMUNIÓN
1 La gravedad de la excomunión o del castigo debe calcularse por la gravedad de la falta, 2 cuya estimación queda a juicio del abad.
3 Si un hermano cae en faltas leves, no se le permita compartir la mesa. 4 Con el excluído de la mesa común se seguirá este criterio: En el oratorio no entone salmo o antífona, ni lea la lectura, hasta que satisfaga. 5 Tome su alimento solo, después que los hermanos hayan comido; 6 así, por ejemplo, si los hermanos comen a la hora de sexta, coma él a la de nona, si los hermanos a la de nona, él a la de vísperas, 7 hasta que sea perdonado gracias a una expiación conveniente.
Capítulo 25
LAS FALTAS MAS GRAVES
1 Al hermano culpable de una falta más grave exclúyanlo a la vez de la mesa y del oratorio. 2 Ninguno de los hermanos se acerque a él para hacerle compañía o para conversar. 3 Esté solo en el trabajo que le manden hacer, y persevere en llanto de penitencia meditando aquella terrible sentencia del Apóstol que dice: 4 «Este hombre ha sido entregado a la muerte de la carne, para que su espíritu se salve en el día del Señor». 5Tome a solas su alimento, en la medida y hora que el abad juzgue convenirle. 6 Nadie lo bendiga al pasar, ni se bendiga el alimento que se le da.
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Notas
4. 1 Cor 5,5
Capítulo 26
LOS QUE SE JUNTAN SIN PERMISO
CON LOS EXCOMULGADOS
1 Si algún hermano se atreve, sin orden del abad, a tomar contacto de cualquier modo con un hermano excomulgado, a hablar con él o a enviarle un mensaje, 2 incurra en la misma pena de la excomunión.
Capítulo 27
CON QUE SOLICITUD DEBE EL ABAD
CUIDAR DE LOS EXCOMULGADOS
1 Cuide el abad con la mayor solicitud de los hermanos culpables, porque «no necesitan médico los sanos, sino los enfermos». 2 Por eso debe usar todos los recursos, como un sabio médico. Envíe, pues, «sempectas», esto es, hermanos ancianos prudentes 3 que, como en secreto, consuelen al hermano vacilante, lo animen para que haga una humilde satisfacción, y lo consuelen «para que no sea abatido por una excesiva tristeza», 4 sino que, como dice el Apóstol, «experimente una mayor caridad»; y todos oren por él.
5 Debe, pues, el abad extremar la solicitud y procurar con toda sagacidad e industria no perder ninguna de las ovejas confiadas a él. 6 Sepa, en efecto, que ha recibido el cuidado de almas enfermas, no el dominio tiránico sobre las sanas, 7y tema lo que Dios dice en la amenaza del Profeta: «Tomaban lo que veían gordo y desechaban lo flaco». 8 Imite el ejemplo de piedad del buen Pastor, que dejó noventa y nueve ovejas en los montes, y se fue a buscar una que se había perdido. 9 Y tanto se compadeció de su flaqueza, que se dignó cargarla sobre sus sagrados hombros y volverla así al rebaño.
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Notas
1. Mt 9,12
3. 2 Cor 2,7
4. 2 Cor 2,8
7. Ez 34,3-4
8. Cf. Lc 15,4-5; Jn 10,11
9. Cf. Heb 4,15
Capítulo 28
DE LOS QUE MUCHAS VECES CORREGIDOS
NO SE ENMIENDAN
1 Al hermano que, a pesar de ser corregido frecuentemente por una falta, y aun excomulgado, no se enmienda, aplíquesele una corrección más severa, esto es, castígueselo con azotes. 2 Pero si ni aun así se corrige, o tal vez, lo que ojalá no suceda, se llena de soberbia y pretende defender su conducta, el abad obre como un sabio médico: 3 si ya aplicó los fomentos y los ungüentos de las exhortaciones, los medicamentos de las divinas Escrituras y, por último, el cauterio de la excomunión y las heridas de los azotes, 4 y ve que no puede nada con su industria, aplique también lo que es más eficaz, esto es, su oración y la de todos los hermanos por aquel, 5 para que el Señor, que todo lo puede, sane al hermano enfermo.
6 Mas si no sana ni con este medio, use ya entonces el abad del hierro de la amputación, como dice el Apóstol: «Arranquen al malo de entre ustedes». 7 Y en otro lugar: «El infiel, si se va que se vaya», no sea que una oveja enferma contagie todo el rebaño.
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Notas
5. Cf. Mt 19,26; Flp 2,12
6. 1 Cor 5,13; cf. Dt 13,6; 17,7; 19,19
7. 1 Cor 7,15
Capítulo 29
SI LOS MONJES QUE SE VAN DEL MONASTERIO
DEBEN SER RECIBIDOS DE NUEVO
1 El hermano que se fue del monasterio por su propia culpa, y quiere luego volver, comience por prometer una total enmienda de lo que fue causa de su salida. 2 Se le recibir entonces en el último grado, para que así se compruebe su humildad. 3 Mas si vuelve a salir, recíbaselo de igual modo hasta una tercera vez, sabiendo que, en adelante, toda posibilidad de retorno le ser denegada.
Capítulo 30
COMO HAN DE SER CORREGIDOS LOS NIÑOS
EN SU MENOR EDAD
1 Cada uno debe ser tratado según su edad y capacidad. 2 Por eso, los niños y los adolescentes, o aquellos que son incapaces de comprender la gravedad de la pena de la excomunión, 3siempre que cometan una falta, deberán ser sancionados con rigurosos ayunos o corregidos con ásperos azotes, para que sanen.
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Notas
3. Cf. Heb 12,13