
CONFERENCIA DE CUARESMA 2025
MIÉRCOLES DE CENIZA
Muy queridos hermanos:
Hoy, Miércoles de Ceniza, iniciamos este tiempo de preparación a la sagrada Pascua de Resurrección. En este tiempo se nos invita a detenernos e iniciar un camino de reflexión y cambio, desde la práctica de actos cristianos que la Iglesia en su tradición ha venido realizando desde los primeros siglos.
La enseñanza de la Iglesia nos sugiere que la Cuaresma es un tiempo de penitencia, oración y reflexión donde, como cristianos, nos preparamos para celebrar la Pascua. San Benito en su regla nos proporciona una guía espiritual que puede enriquecer nuestra experiencia cuaresmal. Su enfoque en la humildad, la obediencia y la disciplina es especialmente relevante en este tiempo de preparación espiritual.
San Benito dedica un capítulo completo de su regla a la humildad. Durante la Cuaresma, la humildad nos ayuda a reconocer nuestras propias limitaciones y la necesidad de la gracia de Dios. Nos ayuda a mirarnos desde dentro sin barreras, sin colocar las caretas que regularmente el hombre coloca antes la mirada de los demás. San Benito nos enseña a ser humildes a través de la obediencia y la aceptación de nuestras propias debilidades, ya que a veces nos hacemos creer a nosotros mismos que ya no tenemos debilidades y que somos mucho más fuertes.
La humildad desde la Regla nos llama a reconocer lo que falta por mejorar, a mirar los errores propios y ajenos desde la compasión. En este período, podemos practicar la humildad aceptando nuestras fallas y buscando crecer espiritualmente. El perdón de Dios involucra la acción de perdonarnos a nosotros mismos, sin ser cómplices de nuestros pecados. Se nos invita a mirarnos con los ojos de la compasión de Dios.
Otros aspectos importantes a la luz de la Regla de vida según el espíritu de San Benito, son la obediencia y la renuncia, pues sin el ob-audire, es decir, sin escuchar primero con claridad para luego responder a lo que Dios nos va diciendo desde la obediencia, no podremos avanzar. La obediencia, como bien se sabe, es otro pilar central de la Regla de San Benito. Durante la Cuaresma, somos llamados a obedecer no solo las enseñanzas de la Iglesia y la voz de Dios en los superiores y maestros, sino también la voz interior que nos llama a la conversión. La renuncia, ya sea a través del ayuno o de otras prácticas penitenciales, es una forma de obediencia que nos ayuda a fortalecer nuestra voluntad y a orientarla hacia Dios.
La renuncia, por otro lado, nos invita a cambiar de hábitos en este tiempo. Un acto repetitivo se convierte en costumbre y luego en hábitos que llevan a uno a ser virtuosos, si son buenos; y también llegan a convertirse en vicios, si son malos. Renunciamos a lo malo y al incitador del mal. Renunciamos, como en el rito de nuestro bautismo, al diablo y a todas sus obras. Renunciamos a Satanás y a sus provocaciones. Renunciamos al pecado y todo lo que nos aleja de Dios.
Por último, san Benito pone un fuerte énfasis en la oración y la meditación de las Escrituras. La Cuaresma es un tiempo ideal para profundizar nuestra vida de oración. La práctica de la «Lectio Divina», o lectura orante de la Biblia, nos permite encontrarnos con la palabra de Dios de una manera profunda y personal. A través de la meditación diaria de las Escrituras, podemos abrir nuestros corazones a la transformación que Dios desea para nosotros. Esta práctica de la oración es una recomendación que nos hace la Iglesia junto a la práctica de la limosna y el ayuno. La oración nos permitirá escuchar mejor lo que Dios quiere, lo que busca de nosotros, lo que necesitamos escuchar y aprender.
La Cuaresma, guiada por la sabiduría de San Benito, nos ofrece una oportunidad única para profundizar nuestra relación con Dios y renovar nuestro compromiso espiritual. A través de la humildad, la obediencia y la oración, podemos vivir este tiempo de manera significativa, preparándonos para la alegría de la Pascua.
P. Alex Echeandía, OSB